martes, 11 de octubre de 2011

Fiesta de Nuestra Señora del Pilar


Historia de la Virgen del Pilar 

Según documentos del siglo XIII, posteriormente a la Ascensión del Señor Jesús, los apóstoles, fortalecidos por el Espíritu Santo, predicaban el evangelio. El Apóstol Santiago el Mayor, hermano de San Juan, en aquel entonces, viajó a predicar en España. Aquellas tierras se encontraban atadas al paganismo, porque aún no recibían el evangelio. La tradición dice que al despedirse el Apóstol Santiago a predicar la fe de Jesucristo, le prometió la Virgen que en aquel lugar donde más se convirtieran a su Hijo se le manifestaría ella. Y una noche la Virgen María se le apareció en un Pilar. 

Los documentos dicen textualmente que Santiago, "pasando por Asturias, llegó con sus nuevos discípulos a través de Galicia y de Castilla, hasta Aragón, el territorio que se llamaba Celtiberia, donde está situada la ciudad de Zaragoza, en las riberas del Ebro. Allí predicó Santiago muchos días y, entre los muchos convertidos eligió como acompañantes a ocho hombres, con los cuales trataba de día del reino de Dios, y por la noche, recorría las riberas para tomar algún descanso". 

El 2 de enero del año 40, Santiago se encontraba en profunda oración con sus discípulos junto al río Ebro cuando "oyó voces de ángeles que cantaban Ave, María, gratia plena y vio aparecer a la Virgen Madre de Cristo, de pie sobre un pilar de mármol". La Santísima Virgen, que aún vivía en carne mortal en Palestina, le pidió a Santiago que en aquel lugar se le construyese una iglesia, y que el altar estuviese en torno al pilar donde ella estaba de pie y prometió que "permanecerá este sitio hasta el fin de los tiempos para que la virtud de Dios obre portentos y maravillas por mi intercesión con aquellos que en sus necesidades imploren mi patrocinio". 

La Iglesia ha sobrevivido a grandes invasiones de pueblos y guerras, una de ellas es la guerra de 1936-1939, donde le cayeron tres bombas y ninguna explotó. También se cree que la Virgen le dio al Apóstol la pequeña estatua de madera. 

Cuando la Virgen desapareció quedó ahí el pilar; al instante el Apóstol Santiago y sus acompañantes iniciaron la edificación de una iglesia en aquel lugar. Antes que la Iglesia estuviese terminada, Santiago ordenó presbítero a uno de sus discípulos para servicio de la misma, la consagró y le dio el título de Santa María del Pilar antes de regresarse a Judea. Este templo ha sido el primero en ser dedicado a la Virgen. 

Santiago regresó a Jerusalén, después de predicar en España. Herodes Agripas lo mandó a ejecutar alrededor del año 44 d.C., siendo así el primer mártir. Sus discípulos, luego del suceso, tomaron su cuerpo y lo llevaron a España para su entierro. Después de algunos siglos el lugar fue llamado compostela (campo estrellado). El rey Alfonso II, el casto de Asturias y el Obispo Teodomiro fueron los primeros en mandar a construir un santuario en la tumba de Santiago, en el siglo IX. Hoy una magnifica catedral se encuentra en ese sitio. 

Desde hace varios siglos se venera a la Virgen del Pilar y hace mucho se levantó una sencilla capilla que hoy es un Templo Mariano al cual asisten peregrinos de distintos lugares del mundo. 

La Sagrada Escritura narra cuando el Pueblo de Dios fue desterrado hacia la tierra prometida y tuvieron una columna que los guiaba. Para los españoles esa columna es el pilar donde la Virgen se apareció en Zaragoza y que ha recibido durante siglos la fe de muchos cristianos y que hoy ampara a todos los hijos que se dirigen a María. 

El Gran milagro del Cojo de Calanda (1640) 

En el lugar donde la Virgen se apareció, han ocurrido diversos milagros, pero uno de los que más se recuerda es el del cojo de Calanda. A este hombre se la amputó la pierna en el año 1637 y en 1640 la pierna volvió a aparecer en su cuerpo, se dice que ocurrió cuando el hombre se echaba aceite de la lámpara de la Virgen o cuando este soñaba con que visitaba la Basílica. Muchas personas fueron testigos de este gran hecho. En la actualidad hay un cuadro recordándolo a la derecha de la Basílica. 

Tres rasgos peculiares que caracterizan a la Virgen del Pilar y la distinguen de las otras: 

1- A diferencia de las otras apariciones, la Virgen aparece cuando todavía estaba en vida mortal en Palestina: "con ninguna nación hizo cosa semejante". 

2- La columna o pilar fue traída por María misma para que sobre él se construyera la primera capilla, el cual se convertiría en el primer templo mariano de toda la cristiandad. 

3- La vinculación de la tradición pilarista con la tradición jacobea (del Santuario de Santiago de Compostela). Por ello, Zaragoza y Compostela, el Pilar y Santiago, han constituido dos ejes fundamentales en torno a los cuales ha girado durante siglos la espiritualidad de España. 

Simbolismo del pilar 

El pilar o columna: la idea de la solidez del edificio-iglesia con la de la firmeza de la columna-confianza en la protección de María. 

El pilar es símbolo del conducto que une el cielo y la tierra. Es el soporte de lo sagrado y de la vida cotidiana. María, la puerta del cielo, ha sido la mujer escogida por Dios para venir a nuestro mundo. En ella la tierra y el cielo se han unido en Jesucristo. 

Las columnas garantizan la solidez del edificio, sea arquitectónico o social. Quebrantarlas es amenazar el edificio entero. La columna es la primera piedra del templo, que se desarrolla a su alrededor; es el eje de la construcción que liga entre si los diferentes niveles. 

María es la primera piedra de la iglesia; en torno a ella va creciendo el pueblo de Dios; el aliciente para los cristianos, en construir el reino de Dios, es la fe y la esperanza de la Virgen. 

En la Virgen del Pilar el pueblo ve simbolizada "la presencia de Dios, una presencia activa que, guía al pueblo elegido a través de las emboscadas de la ruta".

Fuentes:
Wikipedia, ACI Prensa

sábado, 1 de octubre de 2011

Santa Teresita del Niño Jesús (o de Lisieux)


Sencillez y perfección en el amor a Dios

La Iglesia le dedica este día para que se la conozca y tratemos de imitar sus virtudes de delicadeza y perfección en las cosas más pequeñas.

Sus padres, Louis y Zélie Martin, la noche del 2  al 3 de enero de 1873, tenían la alegría de recibir el noveno y último de sus hijos. L bautizaron el día 4 con los nombres de María Francisca Teresa. Viven en AlencónOrne, Francia…¡Es Teresita!.

Es sensible, sumamente avispada. Aprende enseguida a rezar y a los dos años ya toma la “resolución de hacerse monja”. A los tres años ya procura “no rehusar nada al buen Dios”.

El 28 de agosto de 1877 siente un profundo dolor por la muerte de su madre. Teresa escoge como “madrecita” a su hermana Paulina.

En noviembre de 1877 el Sr. Martín con sus cinco hijas –los otros hermanitos murieron muy pronto- se trasladan a vivir a Les Buissonets (Lisieux). Sus hermanitas se llaman: María, Paulina, Leonia y Celina.

El 25 de marzo de 1883 Teresa enferma gravemente, hasta el domingo 13 de mayo, en que la sonrisa de la Virgen la cura milagrosamente.

El 8 de mayo, de 1884 su Primera Comunión constituye una “fusión” con Jesús, al cual le pide “que le quite su libertad”.

La noche de Navidad de 1886, durante la Comunión en la Misa de Medianoche, Jesús realiza “en un instante” la “conversión total” que en diez años de esfuerzo no había podido conseguir.

El 29 de mayo de 1887, fiesta de Pentecostés, su padre le da permiso para entrar en el Carmelo, tenía quince años. Ya se sabe de memoria la Imitación de Cristo.

El 4 de noviembre de aquel año, en compañía de su Padre y de Celina, para Roma y el día 20 se postra ante el Papa León XIII suplicándole su permiso para entrar en el Carmelo.

El 9 de abril de 1888 ingresa en el Carmelo. El 8 de septiembre, llena de gozo, emite sus votos religiosos.

En enero de 1895 Teresa comienza a escribir la Historia de un alma. Desde Junio de este mismo año hasta su muerte, fueron 27 meses de un terrible martirio. Llegará a decir al final de sus días Teresa “que nunca pensó que fuera capaz de sufrir tanto como sufrió”. También tuvo durante este tiempo profundos y abundantes gozos espirituales.

El 30 de septiembre, poco antes de morir “sin el menor consuelo”, exclamó: “No me arrepiento de haberme abandonado al Amor; muy al contrario”.

A las siete de la tarde miró al Crucifijo: ¡Dios mío, os amo!, y después de un éxtasis que duro el espacio de un credo, expiró.

El 17 de mayo de 1925 el Papa Pío XI la canonizó, y fu declarada segunda patrona de Francia en 1944 (durante la Batalla de Normandía). El 9 de octubre de 1997, en la Plaza de San Pedro de Roma, el Papa Juan Pablo II la proclamó “Doctora de la Iglesia”. Un titulo reservado a quienes han, particularmente, bien comprendido y valorado el mensaje del Evangelio. Es la más joven de los 33 “doctores” de la Iglesia.

Fuentes: Revistas, Libros, Wikipedia,